ISO 9001 y la mejora continua
Quizá uno de los requisitos más importantes en cualquier sistema de gestión sea el principio de mejora continua. Pero en realidad ¿Qué es la mejora continua?
La norma ISO 9001/2015 cita explícitamente el principio de mejora continua en los epígrafes 10.1 y 10.3, curiosamente en uno de los últimos, pero como se suele decir, no por ello menos importante.
De hecho, creemos que es uno de los principios más importantes dentro del proceso de calidad y los sistemas de gestión. Un requisito fundamental a la hora de implantar los procesos de calidad a través de la norma ISO 9001 y otras normas ISO.
Básicamente podríamos resumir la mejora continua en dos elementos básicos, que no dejan de reafirmar su importancia.
Por un lado, el hecho de que la mejora continua debe ser según la norma, un compromiso inequívoco de la Alta Dirección. Son ellos los que deben tener consciencia continua de esta realidad, para de este modo poder transmitir este compromiso al resto de estratos de la empresa u organización.
Si la mejora continua no nace desde las estrategias a largo y corto plazo de la empresa, es complicado que se pueda implantar un sistema de gestión y de calidad de forma satisfactoria.
Por otro lado, la mejora continua se basa en identificar desviaciones, incumplimiento de requisitos, o como se denominan técnicamente “no conformidades”. Pero no solo eso, sino que una vez que se definen estas desviaciones, habrá que aplicar acciones correctivas sobre esas “no conformidades”.
Lo que repercute en la mejora de los procesos es cuando se incide o soluciona la causa que motivó ese incumplimiento y su gestión impide que vuelva a suceder.
Para hablar de mejora continua, se suele pensar en un ciclo o flujo constante de acciones que son de obligada aplicación. Es lo que se conoce como Ciclo Deming o Ciclo de mejora continua.
La aplicación de este ciclo debe realizarse de forma continua, con planificaciones que no deben exceder el año, y como decía al inicio de este artículo, partiendo desde la alta dirección. Como todo flujo tiene unas fases diferenciadas, que son las siguientes:
- Planificación: Consiste en la fijación de objetivos que se pretenden alcanzar con la implantación de un sistema de gestión basado en la mejora continua.
- Acción: Consiste en la ejecución de las acciones concretas que se han planificado en la fase anterior.
- Verificación o control: Una vez que las acciones se están desarrollando, tendremos que verificar de forma sostenida y constante que se están desarrollando de forma correcta, sin provocar desviaciones frente a los objetivos marcados.
- Actuación: Si los resultados no son los idóneos o si por el contrario estamos ejecutando la planificación de forma satisfactoria, tendremos que definir nuevas acciones para corregir dichas desviaciones, o bien para mejorar las acciones ya existentes.
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